sábado, 26 de enero de 2013

PAUTAS EDUCATIVAS

EL SECRETO DE UNA BUENA EDUCACIÓN A NUESTROS HIJOS O ALUMNOS

.La educación debe iniciarse desde la edad más temprana.
•La relación entre profesores y alumnos debe sustentarse en el respeto y el afecto.
Es esencial razonar con los niños al enseñarles buenos hábitos y normas para que los incorporen como propios a su bagaje personal.
Hay que estimular la curiosidad del niño y reforzar su motivación.
Debemos valorar la memoria como instrumento útil para el aprendizaje.
Cada niño tiene su propio ritmo evolutivo.
Los niños con dificultades deben recibir tratamientos específicos, pero sin perder de vista la integración con los demás alumnos.
Es necesario fijarles normas, hábitos positivos y límites. El NO también educa.
A los niños les influyen más los ejemplos de sus padres que los discursos o sermones.
En ciertas situaciones, es productivo pactar con el niño para obtener un compromiso por su parte.
Es esencial vigilar el comportamiento general y la conducta alimentaria del niño o el joven para detectar posibles trastornos.
Asimismo, es necesario detectar posibles relaciones peligrosas, en especial en la adolescencia.
Hay que transmitirles valores: respeto, tolerancia, sentido de la justicia, aprecio del arte y la cultura, interés por conocer y entender la diversidad de sociedades y costumbres.

ERRORES MÁS FRECUENTES

La falta de tiempo para estar con los hijos y educarlos.
La inflexibilidad de los padres, que puede frustrar a los niños.
Lo contrario: pretender ser “colegas” en lugar de desempeñar el papel de padres.
La no aceptación por parte de los progenitores de la realidad escolar o de la capacidad real de los niños, que conduce a la frustración de los padres.
Las divergencias entre los criterios educativos de los padres y los profesores.
Las diferencias de criterios educativos y los mensajes contradictorios dirigidos a los hijos por parte de ambos progenitores.
Sobreproteger a los niños impidiendo que hagan cosas para las que están capacitados, como, por ejemplo, colaborar en las tareas hogareñas.
Permitir el abuso de los videojuegos o de internet en detrimento del deporte y las actividades al aire libre.
La permisividad y la falta de normas, que les desorientan y les privan de objetivos y valores.
Cederles a los adolescentes el control de su entorno, renunciando a ejercer una razonada autoridad.
Tolerarles conductas irrespetuosas o violentas.
No requerir la ayuda profesional cuando la situación lo hace necesario.
 
 

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